Dr. Fernando de la Guia @Cardio_delaGuia
La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) ha
publicado las guías sobre cardiología y ejercicio en pacientes con enfermedad
cardiovascular (ECV). La figura central de estas guías es muy
importante, porque remarcan que se debe promover la
actividad física moderada en todas las personas con enfermedad cardiovascular.
Remarca la necesidad de realizar una estratificación adecuada del riesgo y una
terapia óptima para proporcionar una prescripción de ejercicio para una
actividad más vigorosa. Las personas deben participar en el proceso de toma de
decisiones y se debe documentar un registro y un plan de ejercicios en los
controles médcos.
En nuestro Blog vamos a ir analizando los
diferentes bloques de los que consta estas “guidelines” de la ESC, y el primero
es el relacionado con las recomendaciones de ejercicio en personas con
OBESIDAD.
El ejercicio tiene un efecto positivo
sobre los factores de riesgo de aterosclerosis.
El ejercicio regular reduce el riesgo de muchos resultados adversos para la
salud, independientemente de la edad, el sexo, la etnia o la presencia de
comorbilidades. De hecho, existe una relación dosis-efecto entre el ejercicio y
la enfermedad cardiovascular y la mortalidad por todas las causas, con una
reducción del 20-30% en los eventos adversos en comparación con los individuos
sedentarios. Por ello todas las sociedades científicas recomiendan que los
adultos sanos de todas las edades realicen un mínimo de 150 minutos de
entrenamiento de resistencia de intensidad moderada durante 5 días o 75 minutos
de ejercicio intenso o vigoroso por semana durante 3 días, con un beneficio
adicional derivado de duplicar a 300 min de actividad física aeróbica de
intensidad moderada o 150 min de actividad física aeróbica de intensidad
vigorosa por semana.
Si bien el ejercicio también es beneficioso en
pacientes con ECV establecida, el riesgo asociado con el ejercicio intenso y
los deportes en estos individuos aumenta. Es importante destacar que la ECV puede ser subclínica y no conocida; por lo
tanto, se debe considerar la evaluación del riesgo previa a la participación deportiva
en individuos con una mayor probabilidad de ECV. Las
personas con múltiples factores de riesgo tienen más probabilidades de
desarrollar ECV.
Las guías de la ESC indican que las personas
que son habitualmente activas y tienen un riesgo bajo o moderado no deben tener
restricciones para el ejercicio, incluidos los deportes competitivos. Las
personas sedentarias y las personas con riesgo alto o muy alto pueden realizar
ejercicio de baja intensidad sin una evaluación adicional. Los individuos
sedentarios y/o los que tienen un riesgo alto o muy alto que planean realizar
ejercicio de alta intensidad, deben someterse a un examen físico, un ECG de 12
derivaciones y una prueba de esfuerzo.
El objetivo de la prueba de esfuerzo es
identificar la enfermedad coronaria de importancia pronóstica y evaluar la
presencia de arritmias inducidas por el ejercicio. Aquellas personas con
síntomas, hallazgos anormales en el examen físico, ECG anormal, y que, tras la
realización de las pruebas, estas son normales, no deberían tener restricciones
para practicar deportes. Sin embargo, todas las personas deben estar
completamente informadas de que la aparición de síntomas durante el ejercicio
debe dar lugar a una reevaluación médica inmediata.
Si bien una prueba de esfuerzo normal y una alta capacidad de ejercicio se asocian con un buen pronóstico, la prueba tiene una sensibilidad limitada para diagnosticar la enfermedad coronaria obstructiva leve a moderada. Actualmente no hay evidencia para incorporar técnicas de imagen cardíaca de rutina en el cribado o screening previo a la participación en individuos asintomáticos mayores de 35 años con una prueba de esfuerzo normal. Sin embargo, en adultos asintomáticos considerados de alto riesgo o de muy alto riesgo (diabetes, antecedentes familiares importantes de enfermedad coronaria o una evaluación de riesgo previa que sugiere alto riesgo de padecer problemas coronarios), se debe considerar la realización de una prueba de imagen funcional o una angiografía por tomografía computarizada coronaria (CCTA) en el evaluación del riesgo.
¿Qué dicen las guías ESC 2020 sobre la obesidad?
Una persona con un índice de masa corporal (IMC)
> 30 kg/m2 o (preferentemente) una circunferencia de la cintura
> 94 cm para los hombres y > 80 cm para las mujeres (ambos para los
caucásicos europeos) se considera obesa.
Las directrices europeas para personas
obesas recomiendan un ejercicio mínimo de 150 min/semana de entrenamiento de
resistencia de intensidad moderada que debe combinarse con tres sesiones
semanales de ejercicio de resistencia.
Con ello estaríamos consiguiendo una reducción de
la grasa intraabdominal, incrementos en la masa muscular y ósea, atenuación de
la disminución del gasto energético en reposo inducida por la pérdida de peso,
reducción de la tensión arterial, así como de la inflamación crónica, con una
mejora de la tolerancia a la glucosa, sensibilidad a la insulina, perfil
lipídico y aptitud física... ¿alguien da más?
También existe una influencia positiva en
el mantenimiento a largo plazo de la reducción de peso, el bienestar general y
la autoestima, con reducción de la ansiedad y la depresión. El impacto de la
intervención con ejercicio solo sobre la masa grasa es modesto. Según una serie
de grandes estudios se requiere un volumen de ejercicio de resistencia alto
(> 225 min/semana) para maximizar la pérdida de masa grasa en individuos
obesos.
Las guías ESC recomiendan una evaluación
cardiovascular (CV) previa a la participación en individuos obesos que tienen
la intención de realizar ejercicio de alta intensidad, debido a la presencia de
probables comorbilidades asociadas (diabetes tipo 2, hipertensión,
dislipidemia, ECV y respiratorias).
Así, las personas obesas con una evaluación CV
normal no deberían tener restricciones de ejercicio, aunque deben tener cuidado
de tener probables lesiones músculo-esqueléticas, por lo que deben limitar
los ejercicios de carga en superficie dura. Finalmente, no hay evidencia
convincente de que el entrenamiento de resistencia, cuando se ejecuta
correctamente, aumente el riesgo de lesiones musculoesqueléticas o provoque
síntomas músculo-esqueléticos en personas obesas.