El ejercicio físico de intensidad moderada reduce la incidencia de enfermedad cardiovascular y aumenta la longevidad, como han demostrado numerosos estudios a lo largo del tiempo. Esto probablemente se debe a su influencia favorable sobre los factores de riesgo cardiovascular clásicos como la hipertensión arterial, dislipemia, glucemia o sobrepeso. Pero la relación entre la enfermedad cardiovascular y el ejercicio no tiene un comportamiento lineal.
En este caso no todo vale, no
cualquier tipo o intensidad de ejercicio va a jugar siempre a tu favor. De
hecho, esto es algo que los pacientes saben, y de ahí que una de las consultas
más prevalentes en la cardiología deportiva sea la del atleta senior con miedo
a sufrir un infarto agudo de miocardio, el evento cardiovascular por excelencia.
Para tratar de cuantificar el riesgo
enfermedad coronaria en pacientes aparentemente sanos existen diferentes
métodos, uno de los más citados últimamente es la medición de calcio
coronario (CAC: Coronary Artery Calcium) por tomografía axial computarizada.
Empecemos por tratar de entender
la fisiopatología que subyace detrás de la calcificación y la
ateroesclerosis coronaria. Sabemos que la ateroesclerosis es un proceso
inflamatorio crónico que afecta a las arterias de diferentes lechos
vasculares y que se caracteriza por el engrosamiento de sus capas. Su lesión
básica es la placa de ateroma compuesta fundamentalmente por lípidos,
tejido fibroso y células inflamatorias, y pasa por diferentes estadios.
A medida que esta avanza,
puede aparecer la calcificación de la placa, siendo muy difícil encontrar
calcio en arterias sanas. Por la propia naturaleza rígida del calcio, estas
placas calcificadas son habitualmente duras y estables, y el riesgo de su
ruptura y desarrollo secundario de una trombosis que ocluya completamente el flujo
sanguíneo coronario (infarto agudo de miocardio) es baja. Lo que sucede es que habitualmente estas
placas “estables” no aparecen aisladas en un sujeto, sino que coexisten con placas
no calcificadas en el mismo árbol vascular (placas en este caso blandas, vulnerables,
y estas sí propensas a la ruptura y a la trombosis coronaria secundaria).
De hecho, hay numerosos estudios
que muestran asociación entre CAC y eventos cardiovasculares, como este
de Mehta y colaboradores de 2020 (1). Los pacientes con CAC >100 tenían más
riesgo de eventos ateroescleróticos, sobre todo de perfil coronario (CHD: muerte
de causa coronaria o infarto de miocardio no fatal) respecto a los CAC más
bajos.
Entonces, podríamos preguntarnos, ¿es el deporte intenso un factor de riesgo para desarrollar eventos coronarios como el infarto agudo de miocardio?
Para tratar de responder a esta
pregunta, Wei Gao y colaboradores desarrollaron el siguiente estudio (3). Incluyeron a 2497
pacientes, a los que se les realizó una medición de CAC basal, y otra 20-25
años después. Asimismo, se cuantificó la cantidad de ejercicio que realizaron
durante el seguimiento, englobándolo en tres categorías: bajo, medio y alto, en
función de si sobrepasaban o no las recomendaciones semanales de la Sociedad
Europea de Cardiología (75 minutos de actividad física vigorosa o 150 minutos
de actividad física moderada).
Lo que se evidenció en el estudio
fue que, por un lado, los pacientes más deportistas tenían mayor incidencia de CAC
que los pacientes más sedentarios, en consonancia con los otros trabajos
previos. Pero en estos pacientes muy deportistas, la progresión de CAC durante
el seguimiento no se relacionó tan estrechamente con la aparición de eventos
coronarios como en el grupo de sedentarios. Es decir, el paciente muy deportista tenía
menos eventos cardiovasculares que el deportista ocasional (7.2% vs 9.2%),
independientemente de su CAC.
De estos datos se traduce que, probablemente, el paciente deportista con CAC tenga predisposición a placas coronarias calcificadas (densas, poco propensas a la ruptura) pero con baja proporción de placas blandas o vulnerables; a diferencia del paciente sedentario, que tendrá ambas. Se sabe que el ejercicio intenso induce hipertensión arterial mientras se practica, lo que produciría un estrés mecánico a la pared coronaria que acabaría acarreando calcificación; pero durante el reposo mejoraría los factores de riesgo cardiovasculares (la propia tensión arterial, dislipemia, glucemia, etc.) con efecto protector. Además, algunos autores hablan de que no todo el CAC del deportista estaría mostrando ateroesclerosis, sino que también calcificación de la capa media coronaria por cicatrización tras apoptosis del músculo liso durante el ejercicio. Todo esto explicaría el perfil de “benignidad” del CAC coronario elevado en el paciente muy deportista.
En conclusión, aunque la
medición de CAC puede ser una herramienta para la estimación del riesgo
cardiovascular en individuos aparentemente sanos, debe interpretarse con
cautela, y siempre teniendo en cuenta la coexistencia de otros factores
concomitantes como el nivel de actividad física. Por ello, a día de hoy, no
disponemos de suficiente información para emplear la medición de CAC aislada como
marcador de riesgo de eventos coronarios en pacientes deportistas.
Autor del comentario: Dr. Koldo Ugedo @koldobain
REFERENCIAS:
(1) Mehta A et al. Predictive Value of Coronary Artery Calcium Score Categories for Coronary Events Versus Strokes: Impact of Sex and Race. 2020. Circulation: Cardiovascular Imaging. 2020;13:e010153.
(2) Gemma Parry-Williams, Sabiha Gati, Sanjay
Sharma, The heart of the ageing endurance athlete: the role of chronic coronary
stress, European Heart Journal, Volume 42, Issue 28, 21 July 2021, Pages
2737–2744. https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehab095
(3) Gao J, Hao Q, Lu L, et alAssociations of
long-term physical activity trajectories with coronary artery calcium
progression and cardiovascular disease events: results from the CARDIA study British
Journal of Sports Medicine Published Online First: 14 March 2022. doi:
10.1136/bjsports-2021-105092